En Puerto Rico la causa de Luismi logró aglutinar a los sectores musicales más lejanos. El país se detuvo. Y no era para menos. Era fundamental cooperar con esta frívola y noble causa y ¡arriba corazones! Miles faltamos a nuestros trabajos y marchamos por el Expreso Las Américas ¾o Luis A. Ferré, para variar¾ en solidaridad apasionada con el astro puertomejirricano con ciudadanía americana. Grupos representativos de los distintos fan-clubs se nos unieron: las chicas y chicos neurasténicos, adoradores de la Shakira o la Gloria Trevi, las locas de la vida (fans perdidísimos de Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Ricky Martin), las quinceañeras que vitorean y suspiran suspiritos calientes por el Chayanne o el Luis Fonsi, los raperos y reguetoneros urbanos, subterráneos y cacos, los sinfónicos cultos que tocan a Mozart y Bach en tempo impetuoso, las doñitas amas de casa de Puerto Nuevo y las secretarias de oficinas de gobierno, seguidoras incondicionales de Marco Antonio Muñiz, Chucho Avellanet o José José, los universitarios e intelectuales, amantes de Facundo Cabral, Alberto Cortéz y Pablo Milanés: todos caminamos debajo de un sol corrosivamente tropical, animados por diversas consignas y cartelones. Esto no es vida sin Luismi. Luismi, tranquilo, Puerto Rico entero está contigo. En la vida hay cantantes que nunca pueden olvidarse.
El día que Luis Miguel perdió la voz
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