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miércoles, 6 de junio de 2018

Cuento: Regresé los cuchillos a su lugar

Regresé los cuchillos a su lugar

José Luis Sierra


1

Durante mucho tiempo intenté salir de esa relación. Pero le tenía temor a su reacción, a cómo se pudiera tornar él. Y cuando pensaba que todo este infierno había terminado, comenzaba otra vez. Entraba a mi casa mientras dormía. (Eso me decía.) Luego me aseguraba que podía matarme en mis sueños…
Mis días se consumían entre persecuciones, intrigas, perdones y luego más insultos. Me agredía el ánimo, me torturaba con decenas de mensajes de texto y llamadas. Mi concentración se afectaba muchísimo. Mis amistades me aconsejaban: ve por otra ruta al trabajo; sal a diferentes horas; estaciónate en otro lado; esconde los cuchillos de la cocina;  cuando  conduzcas,  fíjate  en  el carro de atrás. De algunos de sus consejos me acordaba, pero de otros no. Eran demasiados y yo no podía recordar muchas cosas. Ellos intentaban ayudarme pero estaban siempre lejos y ocupados con sus cosas.
A veces no podía ni sumar 15 más 15. El número que me venía a la cabeza era 45. Sabía que no era 45 pero no podía recordar el maldito 30. A veces me levantaba y veía las cosas fuera de sitio. Me asustaba mucho, pero luego me daba cuenta de que había sido yo misma quien las ha movido. Pero no quería alterar más a mi familia. Él ya se había encargado de eso con sus insultos, sus persecuciones, sus desmanes. Para efecto de ellos, yo estaba manejando bien la situación. Tenía que trabajar. No es posible decirles a todos lo que pasa, me daría vergüenza. Mi jefe está muy ocupado, quizá vería debilidad en mí si le cuento. Además tenemos reuniones importantes y no lo he podido ver en privado.
Me encerraba en una casa hermética, cualquier ruido me alteraba. La otra noche escuché de pronto pequeños golpes en la ventana… Pensé que estaba ahí de nuevo, que era otra forma de tortura… Apagué todo. Luego de un rato en la oscuridad, me sentí tonta porque me di cuenta de que el ruido lo causaban insectos que chocaban contra la ventana. Y volví a prender las luces. Todas las luces de la casa. Toda la noche…
Sólo quería que esto terminara. Enfrentar esta situación era cada vez más difícil. Llegó el momento  en  que necesitaba liberar
me, así que me rendí. Regresé los cuchillos a su lugar, ya nada importa.
El cansancio era cada vez mayor. Hasta ayer en la tarde...


2

Esta mañana he leído en Primera Hora: Para sorpresa de toda la familia, Alfredo López Torres mató ayer de cinco balazos a su esposa, Minerva Vázquez Jiménez, y luego se quitó la vida en la misma casa. La mujer murió en el acto, sufriendo disparos en el pecho, el rostro y la espalda…

        Ahora ya todo Puerto Rico lo sabe.

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